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Ya hay pastas y cepillos de todo tipo para nuestras dentaduras pero, en el pasado, la gente recurría a aditamentos tan ‘extraños’ como la orina y los palillos para ello.

La higiene dental ha recorrido un largo camino desde los días de los mondadientes empapados en vino y el enjuague bucal de orina que alguna vez se pensó para desinfectar la boca y blanquear los dientes.

Algunos de los primeros artefactos de limpieza de dientes que han encontrado los arqueólogos son palillos de dientes antiguos, herramientas dentales y descripciones escritas del cuidado de los dientes que datan de hace más de 2 mil 500 años.

El famoso médico griego Hipócrates fue uno de los primeros en recomendar limpiar los dientes con lo que era básicamente una pasta de dientes seca, llamada dentífrico en polvo.

Los textos antiguos chinos y egipcios aconsejaban limpiar los dientes y eliminar las caries para ayudar a mantener la salud. Algunas de las primeras técnicas en estas culturas incluían masticar corteza o palos con extremos deshilachados, plumas, espinas de pescado y púas de puercoespín. Utilizaron materiales como plata, jade y oro para reparar o decorar sus dientes.

Los habitantes de la Península Arábiga, el norte de África y La India tradicionalmente se limpiaban los dientes con palitos masticables hechos con el árbol Salvadora pérsica.Se llaman miswak. Los europeos se limpiaban los dientes con trapos envueltos en sal u hollín.

Lo creas o no, a principios del siglo XVIII, un médico francés llamado Pierre Fauchard le dijo a la gente que no se cepillara los dientes. ¡Y es considerado el padre de la odontología moderna! En cambio, animó a limpiarse los dientes con un palillo o una esponja empapada en agua o brandy.

A finales del 1700, el inglés William Addis fue el primero en vender cepillos de dientes a gran escala. Se le ocurrió la idea después de hacer un cepillo de dientes con huesos y cerdas de animales mientras estaba en prisión.

Antes de que se creara la pasta de dientes moderna, los farmacéuticos mezclaban y vendían cremas o polvos para los dientes. Los primeros polvos dentales estaban hechos de algo abrasivo, como talco o conchas marinas trituradas, mezclado con aceites esenciales, como eucalipto o alcanfor, que se cree que combaten los gérmenes.

Sus sabores provenían de aceites de canela, clavo, rosa o menta. Muchos contenían otras sustancias químicas como amoníaco, clorofila y penicilina. Estos ingredientes combaten las bacterias productoras de ácido que pueden causar caries y mal aliento.

En la década de 1900, a los hijos de inmigrantes en Estados Unidos se les enseñó la higiene bucal como una forma de ayudar a “americanizarlos” a ellos y a sus familias. Las fábricas examinaron y limpiaron los dientes de sus trabajadores para evitar que se ausentaran del trabajo debido a los dolores de muelas.

El cepillado diario de los dientes se volvió más común gracias a la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército estadounidense requirió que los soldados se lavaran los dientes como parte de sus prácticas de higiene diaria.

El primer cepillo de dientes de nylon se fabricó en 1938, seguido del cepillo de dientes eléctrico en la década de 1960.

Hoy en día, existen docenas de tipos de herramientas y pociones para ayudar a mantener la boca sana.

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